Ron Kopito, catedrático de Biología de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, cree que desvelar los procesos de control de calidad de las proteínas es la clave para abordar diferentes patologías, tales como la neurodegeneración, el cáncer y patologías genéticas recesivas.
Uno de los pasos más esenciales que propone es saber cómo la célula es capaz de diferenciar si se pliega de manera correcta (produciendo una estructura muy específica) o no, en este caso provocando toxicidad y el desarrollo patológico. El gran problema de esto es que al haber más de 50.000 proteínas distintas en la célula, es complicado saber exactamente como se pliegan cada una de ellas.
Han hallado que la ubiquitina (punto de partida para llegar hasta el proteosoma) estaría muy implicada. Creen que los cuerpos de inclusión (depósitos de proteínas con errores de plegamiento) se acumulan porque cuando algo falla, es debido a que el proteosoma no puede depurar toda la información que le llega. Su laboratorio trabaja en patologías neurodegenerativas y enfermedades genéticas recesivas como por ejemplo, la fibrosis quística, y vieron que son dos problemas opuestos, en el primero hay una sobreacumulación de proteínas funcionales, mientras que en el segundo hay una escasez debido a la destrucción de proteínas. Ambas posiciones extremas no son buenas.
El equipo de Kopito cree que la autofagia es otro proceso de vital importancia, porque destruye proteínas que el proteosoma no es capaz de eliminar. Si esto es cierto, se podría utilizar la autofagia contra los cuerpos de inclusión.
Adriana Torres Crigna
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