Bajo la inspiración de los códigos de barras comerciales, se pretende crear unas “etiquetas de ADN” que proporcionarían un medio rápido y barato para la identificación de especies. Ya sabemos que en los últimos decenios la información genética se ha comenzado a utilizar como instrumento de clasificación; pero realmente, tanto los métodos clásicos y modernos (ADN) de clasificación, exigen una enorme cantidad de tiempo. Se propone entonces emplear un fragmento de ADN, presente en todas las especies, que distinguiera una especie animal de otra. Después (en un futuro próximo) un lector de código de barras portátil leerá dicho segmento en muestras mínimas de tejido. Esta información se transmitiría al instante a una base de datos, una biblioteca de códigos de barras genéticos, que respondería con el nombre del espécimen, la fotografía y la descripción.
El fragmento de ADN corto e identificativo elegido debería ser un segmento de un gen que sirviese de referencia estándar para las especies animales (plantas aparte). El fragmento elegido forma parte de un gen que se aloja en las mitocondrias, y concretamente el gen al que pertenece es el que da lugar a la subunidad I de la enzima citocromo c oxidasa (CO1). El fragmento escogido es tan corto (648 pares de bases), que su secuencia se descifra mediante una sola lectura, con la técnica actual. Aun así, permite detectar una variación suficiente para distinguir la mayoría de las especies; de hecho, el ADN mitocondrial, muestra diferencias de secuencia entre especies mucho mayores que el ADN nuclear. También cabe destacar que el ADN mitocondrial es mucho más abundante y se recupera con mayor facilidad de muestras pequeñas o dañadas.
En el caso de las plantas, el gen empleado en animales no resulta práctico, debido a que el genoma vegetal ha seguido su propia evolución. Además, mientras la capacidad de dos grupos para aparearse de manera eficaz permite discriminar entre animales, muchas especies vegetales hibridan entre sí, lo que dificulta las barreras genéticas. Actualmente se analizan varios genes muy prometedores que podrían servir de código de barras para el reino vegetal.
Hasta el momento esta investigación ha demostrado que la obtención de códigos de barras genéticos acelera el estudio de la biodiversidad.
Fuentes:
Mark Y. Stoeckle y Paul D. N. Hebert (diciembre 2009) “El código de barras de la vida” Investigación y ciencia, pág. 42
Paula Macía Moreno
lunes, 25 de octubre de 2010
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